El comedor de invitados es casi tan grande como el State Dining Room de la Casa Blanca: cien cubiertos sobrados.
En el garaje caben sus veinte coches de época.
La piscina, de mármol de Carrara y en forma de «L», tiene hilo musical subacuático.
Por todas partes se ven televisiones: treinta y dos monitores formando una deslumbrante pared electrónica.
Un sistema «inteligente» de cien microcomputadores vela por el mínimo detalle.
La casa de huéspedes vale 200 millones; la del guarda, más modesta, cien mill....
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